Esperando a María

...las siete y cuarto, llega tarde. De repente me doy cuenta de que mis piernas están temblando, no sé cuanto tiempo llevan así. Resulta que estoy nervioso... a mi edad, después de tantos años...quien lo diría.
La verdad es que llevo ya no sé ni cuanto tiempo sin ver a María, horas... puede que días. No me acostumbro a estar sin ella, creo que la necesito. Las siete y veinte, ¿donde estará?. Estoy realmente nervioso, me fijo en que mis dedos tamborilean cada vez con más insistencia en la barandilla que recubre la entrada de la boca de metro de Tribunal, estoy histérico, parece que fuera mi primera vez.
Las siete y media, creo que me voy a volver loco, esta espera me está matando y no acabo a comprender por qué, sé que María llegara, simpre lo hace....pero no puedo contener mis piernas, no puedo calmar mi respiración, por mucho que les digo a mis manos que no pasa nada, que todo saldrá bien, no consigo que me obedezcan.
Las ocho menos veinte y estoy histérico, pero veo una figura que sube las escaleras del metro, pelo largo, moreno, con ropa que parece sacada del mercadillo de la iglesia (lo que no consideraron adecuado regalar a los pobres), es él...¡por fin!...y viene tan tranquilo. Termina de subir las escaleras, se para delante de mi y me mira.
- ¿La has traído?-le pregunto con la voz entrecortada. Sin darme cuenta estoy gritando.
- Síí, tranquilo, aquí la tengo. Oye, tú tienes un problema.
¿Problema yo? El cabrón llega mas de media hora tarde y me dice que tengo un problema...De repente siento unas ganas tremendas de empujarle escaleras abajo por la boca de metro, pero me contengo, aunque se lo merece.
- ¿Bueno, donde está?
- Toma, aquí la tienes. Dame los 50 euros y me piro de aquí que cada día me das más miedo.
¿Miedo? ¿Yo miedo? Imbecil... Le doy la pasta y cojo la bolsita de plástico que me ofrece. De repente me siento mucho mejor...ya estoy con ella y no pienso dejarla marchar otra vez.

Quiero ante todo que conste que yo no estoy en contra de la marihuana, es más me considero un acérrimo (no sé si es la primera vez que uso esta palabra en mi vida) defensor del cannabis y sus deribados. Pero, como tod en esta vida, con moderación.